Tales datos, difundidos recientemente por el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), podrían hacer suponer a cualquiera que el aumento de los ingresos del sector va de la mano de un incremento del prestigio de los caldos nacionales. Sin embargo, las estadísticas no muestran esa tendencia. Y es que España sigue siendo fundamentalmente un gran exportador de vino de baja calidad. En 2008 un 65% de los caldos vendidos al extranjero tenía el distintivo de vino de mesa y de ellos, un 74% se vendió a granel. Además, por primera vez, España exportó más vino de mesa envasado que caldos con denominación de origen: 287 millones de litros frente a 285 millones.
Esta realidad se refleja claramente en la valoración media del vino nacional. El litro de caldo español se pagó el pasado año a 1,18 euros de media en el mercado mundial, frente a los 5,05 euros a los que se vendió el francés. La valoración de los vinos galos, a años luz de los españoles, permitió a Francia facturar hasta casi seis veces más que España incluso vendiendo 300 millones de litros menos.
Asimismo, las cifras de 2008 indican curiosamente que el país galo fue el pasado año nuestro principal comprador de vinos en volumen. Eso sí, en su mayor parte compraron vino a granel. En contrapartida, Alemania es el país del mundo que más disfruta de los caldos españoles de calidad. Y es que los germanos fueron los principales compradores no sólo de vino con denominación de origen, que supuso el 41% de lo que importaron, sino también de cava.
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