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COMO DISPONER LAS COPAS EN LA MESA, CUAL ES EL ORDEN DE SERVICIO DE VINOS

{ lunes, 1 de diciembre de 2008 }



ahora en que se acerca la epoca de reuniones quiero poner unas notas de como poner las copas y el orden de los vinos, esto lo sabra mejor un somelier pero...yo me arriesgo y os pongo mi opinion!como siempre espero no equivocarme y si asi lo hiciera...sepan corregirme!




La norma y la costumbre aconsejan no colocar, en cada puesto de comensal, más de tres copas, sea cual sea el número de bebidas que se vayan a consumir durante la comida .


Las copas son un elemento fundamental para disfrutar mejor de un buen vino. Éstas pueden ser de vidrio o de cristal, y son estas últimas por una cuestión de calidad, con las que se obtendrá un mejor resultado. Es importante que las copas tengan un buen tamaño para poder girar y mover el líquido dentro de estas, y para lograr una buena superficie de contacto entre el vino y el aire lo cual hará que se liberen bien las partículas aromáticas. Para esto además es importante no llenar la copas hasta arriba, sino por el contrario servir una cantidad de vino mucho menor que su capacidad.

Se dice que no se debe servir más allá del ecuador de la copa, o sea de la parte más ancha del cáliz.

Las copas de vino blanco siempre son más chicas que las de vino tinto, debido a que el volumen a servir de vino blanco debe ser menor, para que este no se caliente en las mismas, ya que se sirve refrescado.

La calidad de las copas se determina por diferentes factores; el tamaño y la forma del cáliz, la calidad y la transparencia del cristal con el cual han sido elaboradas y el corte del borde de las mismas. La forma del cáliz de la gran mayoría de las copas de vino es ancho en la parte del ecuador, para luego estrecharse a medida que se acerca al borde, esto hará que los aromas del vino queden atrapados dentro de la copa por más tiempo para así poder disfrutar de ellos. Luego, el borde de la boca es importante que tenga un corte neto y bien definido, ya que esto determinará a que lugar de la lengua irá direccionado el vino al llevarlo a la boca influyendo así en su sabor.

Comienza, además, a cundir la práctica de limitarse a tan sólo dos: la de agua y la de vino. Y ello a pesar de que las combinaciones posibles sean muchas más, comenzando por el cocktail, cava o jerez del aperitivo, continuando por las diversas copas para los vinos blancos, rosados o tintos, y terminando por las copas para los vinos dulces generosos, los licores y los aguardientes o los cavas que se toman al final.



Colocar sobre la mesa toda esta cristalería necesaria para tomar las diversas bebidas la convertiría en un escaparate poco práctico y casi en una especie de cacharrería.En principio, pueden ser suficientes la copa de agua, más alta, que se sitúa a la izquierda, y la de vino, que se coloca a su derecha. Los demás vasos, copas, catavinos o jarros que sea preciso utilizar se irán añadiendo a la mesa a medida que sean retirados los ya utilizados.

Cuando varias sensaciones se suceden, la posterior debe ser diferente y más intensa que la que le precede, si queremos que esta segunda sensación sea percibida en su totalidad.
Por eso, será necesario atenerse a ciertas normas en lo referente a los alimentos que acompañen a los vinos y al orden en que se degusten las bebidas.

Estas normas no pueden ser rigurosas, pero parece existir un acuerdo general, dictado por el sentido común, en que las bebidas se deben servir comenzando por las más ligeras y terminando por las más fuertes.


Así, los vinos fríos se deben servir antes que los que se beben a temperatura más alta, los ligeros antes que los corpulentos, los jóvenes antes que los añejos, los secos antes que los dulces y los blancos antes que los tintos.

Tal generalización, sin embargo, está llena de excepciones. Y es que algunos vinos viejos que han perdido su vigor deberían beberse antes que otros tintos más jóvenes que aún conservan la plenitud de su bouquet y de su fuerza.


Cuando se disponga el orden en que se van a servir los vinos, debe tomarse en cuenta, en cualquier caso, que cada vino debe preparar el paladar para la degustación del siguiente, y no anestesiarlo.Hoy en día rara vez se toman más de dos o tres vinos en una misma comida, aunque puedan ser más si se añaden los aperitivos, los aguardientes o los licores. El sumiller, conocedor de los vinos que tiene en su bodega, podrá ayudarnos a elegir el orden adecuado y el tipo de caldo idóneo para cada momento de la comida, pero, en cualquier caso, seremos nosotros y no él quienes beberemos el vino y, por tanto, debemos escuchar sus consejos, pero no tenemos que olvidar que, en último término, la decisión es muestra.