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PABLO ÁLVAREZ CONSEJERO DE VEGA SICILIA

{ domingo, 25 de enero de 2009 }
he leido esta entrevista de par de mañana y mira...estoy bastante de acuerdo con el...la verdad que sus vinos...estan en otra dimension...o eso dicen...por desgracia nunca he tenido la oportunidad de degustarlos!!!

"en el mundo del vino hay mucha tonteria"

El empresario bilbaíno cumple 25 años al frente de la mítica bodega: «Jamás sacrificaremos la calidad por la cantidad», subraya y con lo que estoy totalmente de acuerdo!!!


«Los vinos nacen y se hacen, y los nuestros lo hacen en una tierra dura y en condiciones extremas».Los Álvarez cultivan 250 hectáreas de viñedos en Ribera de Duero


Pablo Álvarez, el mayor de siete hermanos, ha contribuido a forjar un mito en la cultura del vino: Vega Sicilia. El empresario bilbaíno se ha rodeado del clan familiar para agigantar la leyenda de esta bodega, fundada en 1864, armonizando las corrientes innovadoras con el modo de hacer tradicional vinícola. Vende a 85 países el 40% de las 130.000 selectas botellas que produce en la localidad vallisoletana de Valbuena de Duero y que se las rifan en medio mundo.

-¿Cómo llega a producir uno de los mejores vinos del mundo?

-Un poco por casualidad. Mi padre compró la bodega en 1982 y me encargó que me ocupara de ella. Es un orgullo y una responsabilidad.

-¿Qué distingue a los Vega Sicilia Único, la joya de la bodega?

-Son vinos con una personalidad muy definida. Tradicionalmente, en España pocos caldos se embotellaban en el siglo XIX en bodegas, la mayoría se vendía a granel. En Ribera de Duero sólo lo hacía Vega Sicilia. Imagínese a aquel castellano del siglo XIX que fue a la Exposición Universal de Filadelfia a vender sus vinos. Quizá se despidió de la familia para toda la vida. Ja, ja.

-Destaca en su web: 'Vega Sicilia, un vino elaborado en silencio'.

-Somos una bodega discreta. Procuramos hacer el trabajo sin grandes alharacas. Otras bodegas muy respetables han cambiado su filosofía y apostado por la cantidad en detrimento de la calidad. Jamás nos ocurrirá a nosotros.

-¿Contar con viñedos propios es fundamental para la calidad?

-Es lo más importante.

-¿Por qué?

-¡Ahí se esconde la personalidad! Los vinos nacen y se hacen. Tan importante es una cosa como la otra. Al final se va a poder hacer vino en todas las regiones del mundo.

-¿Y?

-Que elaborarlo no deja de ser una cuestión técnica, pero la personalidad no lo es. Leí hace poco un artículo de un señor que había hecho una cata de caldos muy famosos. Probaron vinos de Rioja, Ribera, Argentina, Sudáfrica... Lo que me preocupaba es que ya no se sabía de dónde era cada uno, y eso es absolutamente esencial.

-¿Por qué?

-Usted puede tomar hoy un vino de Rioja, mañana uno de Ribera y al siguiente otro de Argentina o de Chile. Si la personalidad es la misma, habremos acabado con el mundo del vino. De ahí que resulte esencial preservar la personalidad, y esta lo da la tierra. Se lo explicaré de otro modo. Si a dos personas exactamente iguales se les pone a vivir a una en el Polo Norte y a otra en el desierto, dentro de 300 años serán diferentes porque cada una se desarrollará de forma distinta. La viña es exactamente igual. No por llevar uva de Rioja a Ribera de Duero los vinos van a ser diferentes. Uno no es sólo de donde nace sino de donde pace.

-¿Sólo la tierra garantiza la excelencia que persiguen?

-¡Nooo! Es el conjunto de muchos factores: dónde vive y cómo se alimenta la cepa, el clima en el que crece, el agua que recibe... ¡incluso el cuidado de la luz, la humedad, la limpieza de la bodega! La viña es como un ser humano. Nace, tiene su infancia, juventud... Según se la cuide, será su vejez y, sobre todo, su madurez.

-¿Necesitan 10 años mínimo de elaboración?

-Eso obedece más a una tradición que Vega Sicilia quiere conservar. Los vinos deben evolucionar. Si ahora probásemos un caldo tal como se hacía hace 80 años, posiblemente no nos gustaría a nadie. Cuando el vino era un producto de alimentación y no un complemento de disfrute, un señor que lo tomaba a las diez de la mañana después de llevar cinco horas segando se podía beber no una, sino tres botellas; ¡y tampoco le pasaba nada! Hoy, si nos tomamos una botella de vino, nos tenenemos que meter a la cama. Vega Sicilia no es ajeno a la evolución. Pero una cosa es la evolución y otra, el cambio de personalidad.
«Cambia el sabor»

-¿Ha cambiado mucho el sabor del vino a lo largo de la historia?

-Sí. Hace siglos los vinos viajaban y los traslados no eran como ahora. Los caldos podían pasar meses viajando. ¿Qué pasaba? Que los vinos 'viajeros' poseían mucha estructura, porque el alcohol es un conservante. El vino de Oporto no deja de ser el resultado de que a un señor se le ocurrió añadirle alcohol porque estaba harto de que cada vez que lo llevaba a Inglaterra se le estropease. ¿Por qué los romanos echaban agua al vino? Porque solo era imposible de beber.

-Vega Sicilia es una de las bodegas de mayor caché internacional, pero ¿el mejor vino está por hacer?

-El día que no sea posible, será el fin del mundo del vino.

-No se anda con medias tintas y desmitifica el mundo vinícola. ¿Por qué cree que «le sobra un poco de tontería y le falta algo de oficio»?

-Es un mundo muy atractivo, muy lleno de glamour. Hay algo mágico detrás del vino. Aunque también una gran carga de trabajo, esfuerzo, conocimiento... En el mundo del vino hay mucha tontería. El vino es grande por sí mismo, no porque nosotros cantemos a las cepas por las mañanas y las mimemos.

-Curiosa observación.

-Bueno, caricaturizo un poco, ¿eh? ¿Sabe lo que pasa? Yo recibo muchas visitas aquí y te acaban diciendo lo mismo: 'mire, en cada bodega me cuentan una cosa diferente'. Nosotros vivimos del consumidor y, en gran parte, le tenemos olvidado.

-¿En qué sentido?

-Con el cliente hay que ser honesto y serio, y explicarle las cosas con sencillez y naturalidad. Los seres humanos somos vanidosos, lo que lleva muchas veces a cometer estupideces y decir bobadas. Los bodegueros mentimos más que los cazadores, que ya es decir. Ja, ja.

-¿Con el vino pasa lo que con el fútbol, que todo el mundo parece saber? Piense en esos comensales que dan lecciones a los sumilleres.

-Imagine que invita a unos amigos a un restaurante y quiere quedar bien. El sumiller le debe ayudar a elegir el vino y no intentar 'colocarle' el que se está estropeando. Le debe aconsejar y no darle a probar para, a continuación, preguntarle si está bueno. El sumiller debe garantizarle que está en perfectas condiciones. ¡Imagínese que le da un vino con algún defecto! Otra cosa muy distinta es que no le guste, pero el gusto es una cosa tan personal...

-¿Cómo soporta las presiones para atender las grandes listas de espera?

-Pues mire, diciendo las cosas como son. Hay de todo, gente que lo comprende, gente que protesta y gente que protesta todos los años. Tengo 1.500 personas esperando para hacerse clientes. Matemáticamente, es imposible satisfacer a todos. Hay quien lo entiende y piensa: 'si no me puede dar más, no me dé más', y otras que dicen: 'ya será otro año'.

-¿Limitan la producción para sostener la calidad?

-Indudablemente. Esta es una región tremendamente dura por el clima, el suelo... Esas condiciones tan extremas limitan la producción de un modo tremendo. Yo llevo aquí 26 años y siempre pasa algo. ¡Siempre!

-¿Por ejemplo?

-Cuando no cae una granizada, es una helada; y si no llueve, se pierde una parcela. ¡Siempre hay algo! Si fuera fácil, no sería tan grande el mundo del vino.

-¿Trabaja sus manos en la tierra?

-No. Conozco el mundo de los vinos, pero no soy técnico. Lucho para mantener la filosofía de los Álvarez: 'la calidad, por encima de todo'.


fuente:

25.01.09 -
LUIS GÓMEZ
BILBAO

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